Ecos de la guitarra mía,
Postrada a los pies de un limonero,
Que mi banco y mi lagar cubría
De la implacable luz del sestero.
Arrullo y aroma traen tus cuerdas
De azahar entonando una alegría,
Y el viento los aleja hasta otras tierras
A lo largo y ancho de mi Andalucía.
Recuerdan estas palabras al poeta,
Y no quiero compararme,
Que emocionaba a Dios con sus cuartetas
Y logró en mi juventud emocionarme.
No le canto a los grillos, como él hiciera,
Ni a ningún invisible compañero,
No ambiciono ser poeta,
Sino tan solo escribir lo que siento.
Ahora más que nunca le comprendo,
Desde este humilde asiento,
Donde mis experiencias voy viviendo,
Y a poquito, más andaluz me siento.
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