Desperdigo mis secos besos,
sin piedad y sin miramiento,
por tu espalda de caramelo.
En tu ausencia total de huesos
enterré mi resentimiento,
entre filos de tu cabello.
Que de este olor a sol y a sombra
van naciendo tus movimientos.
Cuando en jadeos tú me nombras
dejas temblando los cimientos
de coraza de piel de roble
que compone este monumento
al que tú haces sentirse un hombre
cuando entregas tu sentimiento.
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