jueves, 20 de febrero de 2014

A la Tacita de Plata

Como un Moisés contemporáneo,
entre dos aguas acudo a ti,
más allá del Mediterráneo,
donde el recuerdo no tiene fin.

Puertas de Tierra que me esperan,
las atravieso, aun sin pensar,
por tus rincones coplas suenan,
que me conducen hacia la mar.

Cruzo tu puerto y tu Alameda,
cruzo tu Viña ausente de vid,
llego a tus bastiones de piedra,
donde tus calles van a morir.

Rodeando voy tu “Habana Vieja”,
alcanzando a la Virgen del Mar,
allí me doy la media vuelta
para poderte así contemplar.

Te nombraron Taza de Plata,
mas cuando el sol de pleno te da,
luces corona bien dorada
digna de un canto para ensalzar.




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