lunes, 14 de abril de 2014

En la piel del astado

Este poema dedicado a un animal tan noble como el toro, fue publicado el pasado diciembre en el número 2 de la Revista Literaria Umbral, de la cual soy colaborador. Ahora que han pasado unos pocos meses, lo comparto en mi blog...

Cuando zagal, todo eran miramientos
que preservaran plena mi bravura
para entregarme luego a la tortura, y
digan de mí que soy un monumento.

No me dio confianza nunca la palabra
del que me brindó sustento de su mano,
y más aúm cuando, presa de su engaño,
me abandonó a mi suerte, de forma macabra.

Cual condenado que conoce su destino,
me planto ante el verdugo frente a frente,
mas habrá de luchar por darme muerte,
y eso que no busqué ser su enemigo.

Es mi lágrima fiel reflejo de tu fierro,
ese que aspiras a clavarme en cada envite
cuando en ti mi confianza deposite
tras superar con garbo tus requiebros.

Quién llamará asesino
a este morlaco
que busca su camino
fuera del barro,
mientras un vil furtivo
de él se ha burlado
tras clavarle un cuchillo
y hacerle daño.

Quién será ese "valiente",
así llamado,
que estando aún caliente
y desvencijado,
no lo mire de frente,
como es mandado,
lo deje ahí yacente
y acogotado.

Hoy maldigo ese día
ya tan lejano
en que a tamaño crimen
llamaron arte.

Cuán canalla sería
aquel villano
que se manchó con sangre
pa' enamorarte.

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