como onda expandida en tu río,
como claro entre tus nubes,
no me culpes,
que el canto mío
no es otro que el canto nuestro. Si es que no nos aclara el viento
esta mañana neblinosa
que nos cala hasta los huesos,
seamos presos,
que indecorosa
es la forma en que hemos muerto. Si como lobos en manada
con dentelladas defendemos
orgullo y vileza propios,
sólo el odio,
ha que olvidemos
guardar la prole hermanada. Si sable y pluma se nos brindan,
jamás cedemos el testigo,
luchamos por el primero,
con denuedo;
ya no hay amigos,
presas de un alma asesina. La segunda, abandonada,
la derivamos en garrote,
supuesto culmen de hombría.
Yo diría:
pobres los hombres
tan huérfanos de palabras.
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"El duelo a garrotazos", Francisco de Goya. |
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