De súbito, sin pretenderlo,
estalló el mayor escándalo,
se inundó el aire con sándalo,
al mirarnos y sin quererlo.
Las radios se sintonizaron
al unísono y, con tus manos,
nuestras miradas enredamos,
los artificios explotaron.
Atropellándose los trinos,
con estruendos salivales,
manifestamos nuestro aprecio.
No habremos de ver desatino,
al besarnos, como animales,
dilapidando así el silencio.
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