domingo, 23 de agosto de 2015

Hasta pronto...



En esta noche triste, desde aquí,
me asomo a la ventana al recordar
los días que he pasado junto a ti,
son tantos que nunca podré olvidar...

Paseos de la mano, junto al mar,
zarcillos plateados para mí,
esas dos perlas que me han de mirar
detrás de un lecho rojo carmesí.

Que fuiste tú quien me enseñó a cantar
oyendo juglarías por allí,
que fuiste quien me dio la libertad,
que de tu verbo rico me nutrí.

Sabes de sobra que se quedará
mi cuerpo perfumado de tu vid;
sabes de sobra que en mi mente está
la muerte de tu río Guadalquivir.

Hace muy poco que te abandoné
por otros brazos, otra vanidad;
por otros dulces labios de mujer,
con sentimientos de maternidad.

Sólo ha unos pocos días que lloré,
por no querer echar la vista atrás.
Que como un ser humano me asusté
por miedo a convertirme en cruda sal.

Mas en mi humilde pecho guardaré,
desde este cobertizo de cristal,
tu gloria, tus memorias y tu fe,
los besos que firmé en tu paladar.

Sólo una cosa puedo prometer:
que sonreiré feliz al recordar,
pues eso aquí en Madrid no lo tendré,
las formas en que me enseñaste a amar.
Solamente por eso, volveré.


Hasta pronto, Cádiz...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gusta: COMENTA...