martes, 3 de febrero de 2015

Me olvidaste

Juraste guardar lo más bello del mundo,
regando mis noches con nanas de luna,
tejiendo cabellos con dedos de pluma,
moviendo rescoldos a cada segundo.

Firmaste con votos sellar tu destino
con el de este siervo, humilde y tunante,
payaso y mezquino cual loro parlante,
que sólo calló al ver tu rostro divino.

Y ahora que la Luna te nutre el cabello,
que desbordan ríos por entre tus manos,
me recuerdas sólo en fugaces destellos.

Último castigo el que nos ha tocado
para que la muerte imponiendo su sello,
ponga fin al pacto de amor que juramos.

 

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